Este artículo es un homenaje a MOCHO, un perro callejero que
desde hace varios años hace parte de la vida institucional, un perro, amigos de los niños, quienes le traen
alimento, un perro que es el escolta de los vigilantes, de una institución
educativa que por su gran extensión se hace difícil la tarea de cuidar, una
institución que no tiene dolientes, ni defensores, ni amigos.
Se quiere con este homenaje hacer una reflexión y
sensibilización de proteger y cuidar a los animales, que hacen parte bellísima de nuestro paisaje.
Era
callejero por derecho propio
su filosofía de la libertad
fue ganar la suya sin atar a otros
y sobre los otros no pasar jamás.
Aunque
fue de todos nunca tuvo dueño
que condicionara su razón de ser
libre como el viento ese es nuestro perro
nuestro y de la calle que lo vio nacer.
Era un
callejero con el sol a cuestas
fiel a su destino y a su parecer
sin tener horario para hacer la siesta
ni rendirle cuentas al amanecer
Era nuestro perro y era la ternura,
esa que perdemos cada día más
y era una metáfora de la aventura
que en el diccionario no se puede hallar.
Digo nuestro perro porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad
y era de los niños y del viejo pablo
a quien rescatara de su soledad.
Era un callejero y era el personaje
de la puerta abierta en cualquier hogar
y era en nuestro barrio como del paisaje
el sereno, el cura y todos los demás.
Era el callejero de las cosas bellas
y se fue con ellas cuando se marchó
se bebió de golpe todas las estrellas
se quedó dormido y ya no despertó
Nos dejó el espacio como testamento
lleno de nostalgia, lleno de emoción
vaga su recuerdo por los sentimientos
para derramarlos en esta canción.
Al fin y al cabo amigos míos,
no era más que un perro. ALBERTO CORTEZ
Este es nuestro homenaje, porque estas vivo y haces parte de todos nosotros en la institución educativa y para demostrar que tenemos sensibilidad por los animales.
Además porque estamos convencidos que quien no maltrata a un animal, jamás le hará daño a un ser humano.